Salud mental y neurodivergencias en la actual situación de aislamiento
La imposición de aislamiento y el pánico social generado durante éstos últimos días a causa del coronavirus puede poner al límite y en situación de desamparo a los colectivos más desfavorecidos. Sin duda uno de los colectivos más prontamente afectados por la situación vendrá a ser el constituido por personas neurodivergentes y/o con enfermedad mental. Tanto el pánico social como el aislamiento son factores que pueden empeorar nuestra situación, incluso de forma muy grave. A pesar de esto, las medidas tomadas al respecto brillan por su ausencia. No se contempla ninguna medida especial y ni siquiera se tiene en cuenta la salud mental como excepción a la cuarentena.
Los ejemplos de perjuicio a la salud mental por estos motivos son amplios y diversos, siendo el caso más claro y extendido el de la depresión. Es bien conocido que el aislamiento en cuadros depresivos es un factor de mal pronóstico y empeoramiento inmediato. No se trata de un capricho irresponsable ni de una necesidad general que tengamos todes. Las personas con cuadros depresivos podemos necesitar salir a la calle, y de hecho, es una recomendación para nosotres que además muchas veces nos supone un gran esfuerzo. No se hace con gusto sino que nos esforzamos por hacerlo para mejorar. La ruptura de estas costumbres, de estos autocuidados, además por razones ajenas a nuestras propias capacidades y decisiones, puede conllevar la regresión de mejoras que hayan precisado de meses o incluso años de trabajo terapéutico. Y sin embargo ni siquiera se contempla la posibilidad de realizar excepciones a la cuarentena para estas personas, tachándolas de irresponsables, egoístas y caprichosas.
Otro ejemplo de perjuicio a la salud mental son los trastornos de control. En el contexto de algunas neurodivergencias y/o enfermedades mentales ocurre que aquellos sucesos que no pueden controlarse, o generan dicha sensación, dan lugar a la aparición de ansiedad o empeoramiento de la enfermedad mental. Suele ser común en personas con depresión, TCA (trastornos de conducta alimentaria), y en otros muchos perfiles neurodivergentes o de enfermedad mental dónde la sensación de falta de control de las propias situaciones y vivencias es uno de los factores que pueden generar sufrimiento psíquico. Es evidente que en la situación actual de alarma social generalizada, alimentada por medios de comunicación sensacionalistas, y con medidas de restricción a las libertades, las personas cuyos trastornos se relacionan con el control podemos sufrir recaídas graves de enfermedades mentales anteriormente superadas o en proceso de mejoría. Y también resulta obvio que la policía y la propia sociedad no tienen formación alguna de estas cuestiones y no pueden valorar adecuadamente ninguna de estas situaciones, no es conveniente que lo hagan y no deberían tener derecho a ello.
Asimismo, existen personas que tienen pautado por motivos psicológicos darse un paseo o salir a la calle ante ciertas situaciones. Por ejemplo, una terapia que suele realizarse ante impulsos autolesivos o pensamientos suicidas es la de realizar un paseo antes de llevar a cabo ninguna acción congruente con estos pensamientos. Evitándose así autolesiones, sobredosis de medicamentos u otras conductas que perjudican la salud mental. Estas rutinas de autocuidados no pueden fácilmente sustituirse por otras adaptadas a una cuarentena y su interrupción puede agravar la salud mental de estas personas.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo la situación actual de hipervigilancia y aislamiento puede afectar a la salud mental, pero existen muchos otros. Desde personas esquizofrénicas para las que esta situación de hipervigilancia puede inducirles o empeorar síntomas de paranoia, pasando por personas hipocondríacas, y hasta personas autistas para las que la convivencia continua con personas en casa puede suponer una grave ansiedad social y tampoco toleran bien los cambios de rutina.
En conclusión, desde aquí animamos a una reflexión social sobre estos temas. Ya que las personas neurodivergentes o con enfermedades mentales tenemos necesidades diferentes, y dichas necesidades no se están valorando, no se están contemplando como excepciones y, de hecho, son absolutamente desconocidas o incluso causa de burla para la sociedad y las fuerzas del estado. Y también señaladas injustamente como capricho o irresponsabilidad.
Por estas razones, desde aquí queremos animar también a las personas neurodiversas a tomar conciencia de su propia situación, a encontrar maneras para desobedecer de forma responsable las imposiciones tanto sociales como institucionales y a no sentirnos culpables ni que nos hagan sentir culpables por cuidar nuestra salud mental. Nadie mejor que nosotres conoce nuestra situación y si necesitamos salir o no, si necesitamos compañía o no, ni si entra dentro de nuestras capacidades el cambio de rutina inmediato o no. Y nadie debería tener el derecho a decirnos cómo cuidar nuestra salud mental, y si ésta es o no una causa de fuerza mayor. La decisión nos corresponde sólo a nosotres y no necesitamos a un gobierno ni a unas fuerzas del estado paternalistas y desconocedoras de nuestra situación para que nos vigilen.
Somos responsables y sabemos cuidarnos sin causar mal a nadie, teniendo las precauciones y los cuidados de higiene pertinentes, al mismo tiempo que nos cuidamos a nosotres. Y no vamos a permitir que el desconocimiento y la represión durante esta falsa cordura social nos perjudique, nos torture y nos mate sólo por tener necesidades diferentes, especiales y desconocidas por la mayoría ignorante y supuestamente cuerda.